jueves, 22 de marzo de 2012

Yatasto

Los que estudian economía colonial, acuerdan que la creación de nuevos epicentros de poder económico, como Potosí, significó la satelización local en función de las nuevas demandas, y a la vez introdujo un factor dinámico que posibilitó la expansión regional. La entrega de tierras del Este en merced para ser ocupadas y trabajadas, dio nacimiento a numerosas haciendas que se establecieron cerca de los fuertes o sobre el camino que unía el Río de la Plata con el Alto Perú. Estos establecimientos tomaron importancia cuando se acrecentó el comercio entre el Alto Perú y el Puerto de Buenos Aires, se consolidaron las comunicaciones a raíz de la creación del Correo Oficial en 1767, y por la formación de postas en 1772.
Entre las nuevas, estaba la Hacienda de San José de Yatasto, por una merced de 80.000 has. entregadas a principios del siglo XVIII, y también, la posta necesaria, cerca del arroyo Yatasto. Disfrutando de la lectura de “Viajes de España a Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Potosí, Chile y Lima - años 1713 - 1717”, escrito por José Cipriano de Herrera y Loziaga, el que fuera presidente de la Real Audiencia de Charcas nos anoticia sobre el arroyo Yatasto, entendiéndose que es la publicación más antigua al respecto. La hacienda de referencia se encuentra a 12 km de la ciudad de Metán, a 3km de la ruta nacional Nº 34, y antes de llegar a Rosario de la Frontera. Al salirse del camino y recorrer un pequeño trecho se ingresa al lugar histórico, unos trescientos metros después, tras franquear una tranquera y un pequeño arroyo, se encuentra lo que fue la Posta de Yatasto.
Hacia 1780 Francisco Toledo Pimentel hereda la hacienda (probablemente de Don Vicente Toledo Pimentel). Don Francisco, consciente del ruinoso estado del casco, la reedifica en 1784, como nos advierte el dintel de la puerta principal. Actualmente se conserva sólo un parte del edificio, del que a pocos metros y paralelamente, se mantienen los restos de cimientos de piedra que pertenecieron a distintas dependencias del viejo casco de estancia, incluyendo una Capilla. La estructura original conformada por una serie de habitaciones, se originaban alrededor de una patio de trabajo, hoy prácticamente desaparecido. Consta de cuatro habitaciones en planta baja y una en planta alta a la que se accede mediante una escalera interior. Tal como la describe la página virtual Museonor, y tal como la hemos visto, sus paredes son de adobe, revocadas y encaladas. La estructura portante del techo, las columnas de las galerías, el entrepiso, la escalera, rejas, puertas, ventanas y balcón son de madera, modalidad muy común en la zona explicable por la abundancia de árboles de calidad. Están trabajadas con hachuela y las rejas y la baranda del balcón han sido terminadas con escofina. Sus fachadas sobrias, de volúmenes netos, fuertes, y grandes planos con marcado predominio de llenos sobre vacíos, le confieren la pureza de líneas que caracterizan la época. La habitación única que se construye en “altos” permitía un mayor control visual del entorno. Puede considerarse por sus características, como una típica vivienda rural de alto nivel para el período de la colonia.
Pueden observarse añosos algarrobos (Prosapis Alba) que han crecido junto a los cimientos del sector caído, además de otros ejemplares como talas (Celtis Tala), palo borracho (Chirisia Insignis), mistoles (Ziziphus Mistol), pacará (Enterolobium Contortisiliquum), ceibo (Eritina Sp), etc., que le dan un marco y representan el ambiente característico de la zona. El conjunto histórico comprende la casa con el mobiliario de la época, la casa del cuidador, un playón donde está el mástil y numerosas placas recordatorias. En el predio hay una especie de lavadero de manos de cuero sobre unos viejos maderos, un añoso árbol circundado por un cantero de piedras y una gran tinaja de barro para acumular agua.
Sobre la posta en sí, es de esperar que fuera de adobe, con techo de paja y no tan confortable, de acuerdo a la época, como los de la casa solariega. En la colonia la posta era un lugar de descanso al paso, en donde los viajeros comían y pasaban la noche, y tras cambiar los caballos seguían su camino. Tras la Revolución de Mayo su valor de Posta se acrecentó al adquirir valor estratégico y se destacaba por "el alto balcón, la extensa galería cubierta, sus talladas puertas de madera y las rojas tejas de media caña del techo salidizo” de la casa principal.
Francisco Toledo Pimentel apoyo la causa patriótica y aportó al Ejército Auxiliar del Norte, comandado por el General Balcarce, 1.300 caballos y 100 vacunos. Fue en su hacienda en donde el General Manuel Belgrano llego el 23 de marzo de 1812 y en donde recibió la Jefatura del Ejército del Norte de manos del General Pueyrredón en 1812. Fue el lugar en donde el 17 de enero de 1814, los propietarios acogieron al Coronel José de San Martín, quien recibió la jefatura del ejército de manos de Belgrano el 20 de enero de 1814. Además de hospedar también al Teniente Coronel Martín Miguel de Güemes a fines de febrero de 1814, cuando éste recibió el cargo de Comandante de las Avanzadas del Río Juramento.
La casona fue declarada Monumento Histórico Nacional por Ley Nº 95.687 del 14 de julio de 1942, funcionando como museo desde 1950, cuando sus propietarios donaron el solar al Estado nacional, realizándose además su restauración.