jueves, 21 de abril de 2011

Rosa Guarú y San Martín

Rosa Guarú era la indiecita que tuvo un niño, y la familia San Martín lo adoptó como propio, pero ella siguió en la casa cuidándolo, criándolo, hasta que se fueron a Buenos Aires. El niño tenía entonces unos tres años y le prometieron que iban a venir a llevarla a ella, pero no aparecieron más. Rosa Guarú los espero toda la vida. Cuando atacaron y quemaron Yapeyú, ella se fue a la isla brasilera, estuvo mucho tiempo allá y volvió. Levantó un ranchito por Aguapé, y mantenía la esperanza de que volvieran. Le tenía un gran apego a José Francisco.
Nunca se casó, aunque tuvo otros hijos. Siempre preguntaba por San Martín. Este, cuando era jefe de los granaderos, le regaló un retrato o medalla que ella conservó siempre, y al morir, ya muy viejita, la enterraron con ese recuerdo del que era inseparable.
Visité Yapeyú en la búsqueda de la tumba de Rosa Guarú, con el fin de poder establecer los lazos de filiación con el General San Martín.
La búsqueda se centro en la localidad de Guaviraví, ahí examinamos los terrenos en busca de un cementerio privado de la Familia Cristaldo, sin saldo positivo en la expedición.
Una de las dudas que había en esta investigación era la cuestión “puntual de cuando Rosa Guarú pasa a ser Rosa Cristaldo”.
Los descendientes de Rosa Guarú, y presuntamente ella misma, llevaron el apellido español Cristaldo; entre los guaraníes no existía apellido, no se transmitía un apellido, sino que cada persona tenía su propio nombre; además, por disposición del gobierno correntino no se inscribían en los registros oficiales nombres indígenas.
Los nombres guaraníes no eran apellidos. Rosa era su nombre cristiano, y Guarú su nombre guaraní. Al inscribir a sus hijos, llevan el apellido del padre. De esto se desprende que los hijos de Rosa Guarú lleven el apellido de Cristaldo, y que ella también pase a reconocerse como Rosa Cristaldo. Además, por disposición del gobierno correntino no se inscribían en los registros oficiales nombres indígenas.
Estuvo en Guaviraví, ahí el intendente Raúl Cornalo colaboro estrechamente con el historiador. Por los testimonios de los pobladores más antiguos de Guaviraví, localidad que surgió al llegar el ferrocarril, se desprende que allí vivió una familia de descendientes directos de Rosa Guarú Cristaldo, que conservó la memoria de la estrecha vinculación de ella con la familia del teniente gobernador de Yapeyú Juan de San Martín.
Rosa Cristaldo, que vendría a ser biznieta de Rosa Guarú Cristaldo, nació, vivió y murió en las chacras de Guaviraví, entre 1871 y 1936, y lo mismo su hijo Pedro Telmo Cristaldo (1888-1972). De ellos desciende una rama familiar de la que viven muchas personas, en la ciudad de Corrientes, en Santo Tomé y en Buenos Aires, con algunos de los cuales ya teníamos contacto y consideramos la posibilidad de hacer un estudio de ADN para averiguar qué proporción de rasgos amerindios tienen sus ancestros.
La tumba de Rosa Guarú Cristaldo podría estar en alguno de los antiguos cementerios de las inmediaciones de Yapeyú, y más probablemente en Aguapé, en el cementerio que hoy se encuentra dentro de la chacra que perteneció a Francisco Sampallo. El cementerio de Guaviraví es posterior a la fecha de la muerte de Rosa Guarú Cristaldo.
Es necesario continuar la revisión bibliográfica y la búsqueda en archivos, incluso en La Cruz, Santo Tomé y Paso de los Libres, para lo cual hemos obtenido la colaboración de algunos historiadores locales, funcionarios municipales y descendientes de las familias Cristaldo y Bonpland.
La editorial Catálogos publicará en breve un libro en co-autoría con el genealogista Diego Herrera Vegas, “en el que transcribimos y comentamos las partes más importantes del manuscrito de Joaquina de Alvear, la hija de Carlos de Alvear, en el cual aparece la revelación de que José de San Martín era hijo natural del brigadier Diego de Alvear y “una indígena correntina".
Por: Hugo Chumbita

domingo, 17 de abril de 2011

San Martín según Joaquina

Aunque los interrogantes y versiones sobre la filiación de José de San Martín datan de mucho tiempo atrás, se hicieron públicos el año del Sesquicentenario de su muerte (2000), al trascender un antiguo manuscrito que guardaba el genealogista Diego Herrera Vegas, en el cual Joaquina de Alvear afirma que San Martín era hijo natural de Diego de Alvear y una joven indígena.
Hugo Chumbita presentó una ponencia al II Congreso Internacional Sanmartiniano  y publicó un artículo en el diario Clarín . Simultáneamente, esta cuestión resaltaba en la biografía novelada Don José, de José Ignacio García Hamilton, que suscitó furiosas reacciones.

Facsímil manuscrito de Joaquina




Hugo Chumbita y Herrera Vegas acudieron a la Comisión de Cultura del Senado de la Nación con los testimonios del caso, planteando la posibilidad de un estudio de ADN para aclarar la verdad histórica. El Instituto Sanmartiniano y la Academia Nacional de la Historia se opusieron a revisar el asunto. El presidente De la Rúa se manifestó en el mismo sentido
Las evidencias y controversias se difundieron a través de numerosas publicaciones. Al localizar una causa judicial donde Joaquina fue declarada insana, Hugo Chumbita y Herrera Vegas polemizaron con una historiadora de la Academia Sanmartiniana sobre la veracidad de aquel testimonio
El año siguiente se publicó El secreto de Yapeyú fundando la tesis. A pedido de H Ch y por sugerencia de especialistas en la materia, Jorge E. I. de Alvear, descendiente de Diego de Alvear, depositó una muestra de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos para poder comparar su ADN con el de San Martín.
En los años siguientes Hugo Chumbita continuó la búsqueda de la tumba de la presunta madre de San Martín, Rosa Guarú o Cristaldo, viajó a Yapeyú y tomó contacto con sus descendientes, la familia Cristaldo de Corrientes. Una reedición del El secreto de Yapeyú (2005) da cuenta de los avances en la investigación.
En 2006 se formó el Grupo Lautaro para impulsar los pasos siguientes y se requirió apoyo a laboratorios universitarios. Por iniciativa de la diputada Araceli Méndez de Ferreira y otros legisladores, la Cámara de Diputados de la Nación declaró de interés parlamentario y recomendó al Poder Ejecutivo facilitar la investigación del origen mestizo de San Martín. Días después se presentó a la Secretaría de Cultura de la Nación un petitorio para obtener una muestra de los restos de San Martín, firmado por historiadores, docentes y miembros de las familias Alvear y Cristaldo, acompañando alrededor de 800 adhesiones (ver Petición administrativa). En estas actuaciones el Instituto Sanmartiniano se opuso a lo solicitado, y la Secretaría finalmente se declaró incompetente para resolver. En diciembre de 2006 Hugo Chumbita presentó el tema en Corrientes, con más adhesiones y cruces polémico.
En 2007 se edita El manuscrito de Joaquina, donde Hugo Chumbita y Herrera Vegas transcriben y comentan el documento. El libro fue presentado en el Auditorio de la Cámara de Diputados de la Nación en junio de 2008, por iniciativa del diputado Dr. Eduardo L. Galantini, con el auspicio de la Casa de Corrientes en Buenos Aires.
El film documental Mestizo. San Martín y la identidad americana, realizado por el grupo “NuestraAmérica Profunda” con la dirección de Diego Romero y Soledad Betendorf sobre un guión de Hugo Chumbita, fue declarado de interés de la Cámara de Diputados de la Nación en 2009 y se ha proyectado en diversos ámbitos públicos, poniéndolo a disposición de las instituciones sociales y culturales interesadas en conocer y debatir el tema. A solicitud del Grupo Lautaro, la Defensoría del Pueblo de la Nación tomó intervención en marzo de 2008 a fin de ampliar la información disponible y dictaminar sobre la viabilidad del procedimiento para efectuar el análisis de ADN propuesto.
Por: Hugo Chumbita.
www.hugochumbita.com.ar Visitada 15/04/2011

domingo, 10 de abril de 2011

B. Mitre y San Martín

¿Qué sería de la historia sin el trabajo del historiador que reconstruye el pasado? Tal vez ese mundo, ocupado por los innumerables rastros de quienes nos precedieron, sólo permanecería en la conciencia del presente como un terreno minado por memorias combatientes o por relatos imaginarios.
En nuestro siglo XIX, la historia se fue haciendo gracias a la capacidad de que hicieron gala unos pocos protagonistas para recuperar la consistencia del pasado mientras asumían acuciantes compromisos políticos. La tarea que se impuso Bartolomé Mitre es, en ese sentido, paradigmática, porque no es fácil encontrar en aquellos años un espíritu con el suficiente rigor para penetrar en la trama de los acontecimientos del pasado sin renunciar a las reglas de la buena disciplina historiográfica, entre las cuales se destacan la compulsa de fuentes, la crítica documental y el encuadre teórico que gobierna la exposición de los argumentos.
Para Mitre, la política era, al mismo tiempo, vida histórica y vida presente. Como ha dicho Trevor-Roper, refiriéndose a Macaulay, en esta clase de personas latía la idea de que "los mejores políticos eran aquellos que han estudiado historia y los mejores historiadores aquellos que han tomado parte en la política."
El 18 de diciembre de 1887, Mitre publicó la primera edición de la Historia de San Martín y de la emancipación Sud-Americana . La obra venía precedida por artículos y conferencias de su autoría sobre San Martín y por otra magna biografía: Historia de Belgrano y de la independencia argentina . De la mano de la Historia de San Martín ..., el personaje allí retratado tuvo desde entonces un doble origen: el nacimiento cronológico de Yapeyú, en 1778, y el nacimiento histórico de 1887, que convoca su itinerario a una nueva vida.
A partir de este lanzamiento, durante el siglo XX se prosiguió trabajando con ahínco sobre la figura del Libertador, pero ninguna de las sustanciales obras que se sucedieron (al menos, así lo creo) pudo alcanzar la altura de aquella biografía fundadora. ¿De dónde proviene esa vigencia, hoy erosionada por la lectura perezosa que proporcionan textos simplificados y, de ser posible, escandalosos?
Sin duda, el atractivo resulta de la solidez de los cimientos documentales, de la fuerza que arrastra el relato de las batallas y de la proeza del cruce de los Andes. La historia de San Martín es, según esta narración, el portal que abre camino a una suerte de gigante de la historia en trance de producir, en muy pocos años, una fractura trascendente (se trata del decenio que transcurre entre 1812, cuando San Martín desembarca en Buenos Aires, y 1823, en que comunica al pueblo peruano que abandona la vida pública.) San Martín aparece así, ante los ojos contemporáneos, como un hacedor de fronteras históricas y un espontáneo arquitecto de nacionalidades.

Por. Natalio R. Botana. En: La Nación. Buenos Aires; 17/08/2000