sábado, 27 de febrero de 2010

La Revolución Argentina.

Tales fueron, en general, las causas eficientes de la Revolución Argentina: el desarrollo armónico de las fuerzas morales y de las fuerzas materiales, de los hechos y de las ideas, del individuo y de la sociedad. La acción simultánea de este doble movimiento combinado, que obra a la vez sobre la parte y sobre el todo, es lo que explica la relación de los sucesos entre si, el vínculo que los une, la causa originaria que los produce y el resultado que es su consecuencia lógica. Así hemos visto progresar las ideas económicas, al mismo tiempo que el pueblo se enriquecía por el trabajo; fortalecerse el poder militar de la sociedad, al mismo tiempo en que se desenvolvía el espíritu público en los nativos; generalizarse las ideas de buen gobierno a medida que se conquistaban mayores franquicias políticas y municipales; surgir teorías revolucionarias de gran trascendencia del hecho de la desaparición del monarca; afirmarse el imperio de la opinión a medida que el pueblo se ilustraba por la irradiación luminosa de las ideas y sobreponerse definitivamente los americanos a los europeos, el día en que, con la conciencia de su poder adquirieron la plena conciencia de su derecho.
Esto explica cómo, al empezar el año de 1810, la Revolución Argentina estaba consumada en la esencia de las cosas, en la conciencia de los hombres, y en las tendencias irresistibles de la opinión, que hacían converger las fuerzas sociales hacia un objetivo determinado. Este objetivo era el establecimiento de un gobierno propio, emanación de la voluntad general y representante legítimo de los intereses de todos. Para conseguir era indispensable pasar por una revolución, y esa revolución todos la comprendían, todos la sentían venir. Como todas las grandes revoluciones, que, a pesar de ser hijas de un propósito deliberado, no reconocen autores, la Revolución Argentina, lejos de ser resultado de una inspiración personal, de la influencia de un círculo, o de un momento de sorpresa, fué el producto espontáneo de gérmenes fecundos por largo tiempo elaborados, y la consecuencia inevitable de la fuerza de las cosas. Una minoría activa, inteligente y previsora, dirigía con mano invisible esta marcha decidida de un pueblo hacia destinos desconocidos y que tenía más bien el instinto que la conciencia: ella fué la que primero tuvo la inteligencia clara del cambio que se preparaba, la que contribuyó a imprimirle una dirección fija y a darle forma regulares, el día en que la revolución se manifestó con formas características y fórmulas definidas.
Mitre, Bartolomé. Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina. Buenos Aires; Editorial Suelo Argentino; 1945. Cap. IX. La Revolución. Pág. 114.

sábado, 20 de febrero de 2010

Rivadavia

Tras la salida de M. Moreno del gobierno asume"la Junta Grande", la que carece de un plan nacional y de una finalidad concreta. Comienza una crisis monetaria y el gobierno en 1811 autoriza la exportación de oro y plata, elevándose el precio de los artículos de consumo. Durante el primer triunvirato y por instancia del Secretario Bernardino Rivadavia, se permitirá el ingreso de carbón europeo, se rebajaran los impuestos aduaneros para manufacturas extranjeras. La medida favorece a los artículos ingleses y comienza la ruina local al romperse el equilibrio de fuerzas.
Destruida la política de Moreno, la pro inglesa (rivadaviana) se negó a repartir las rentas aduaneras con el resto de las provincias. La oligarquía porteña repartía con sus socios ingleses la riqueza y como respuesta, nace la resistencia comandadas por caudillos del resto de las provincias. Nace el federalismo.

Juan Carlos Ramirez

martes, 9 de febrero de 2010

Segunda Invasión Inglesa

En enero de 1807 llegaban a Londres las noticias de la rendición de Beresford, y casi al mismo tiempo arribaban fuerzas a las costas de Maldonado. Las nuevas tropas fueron puestas bajo el mando del general John Whítelocke, quien recibió un detalle de la fuerza que tendría a su cargo: 12.500 hombres en total. El 16 de enero Whitelocke desembarcó en Montevideo y sitió la ciudad, a la que tomó por asalto. El desembarco en Ensenada fue difícil para los ingleses. Con más de 9.000 hombres, otra vez la lluvia perjudicó el movimiento de las tropas. Los ingleses habían elegido de nuevo el mes de junio para la ocupación, esta vez el día 28. Los invasores tenían que recorrer 65 kilómetros desde el lugar del desembarco basta el Retiro, atravesar el Riachuelo por el puente de Gálvez. El 1 de julio las tropas inglesas llegan a Quilmes. Luego del combate de Miserere, Álzaga había dispuesto fortificar el centro para hostigar a los invasores. Las tropas inglesas, dispersas, comenzaron a retroceder, y en algunos casos, a capitular. Puestos a debatir los pasos a seguir, los jefes británicos admitieron que no quedaba otro camino que la rendición. La orden de Whitelocke fue que Gower gestionara el entendimiento con los jefes enemigos y la rendición de su ejército. "Por la tarde el fuego había cesado y al día siguiente, 7 de julio de 1807, se firmó un acuerdo nacional." El día 11, Liniers ofrecía un banquete a los jefes derrotados

Luna, Felix. Extractado del libro "Historia integral de la Argentina".